El Sistema Inmunológico (SI)
El Sistema Inmunológico se encarga de proteger la salud del cuerpo. Los glóbulos blancos llamados linfocitos (o células B y células T) se encargan de proteger al cuerpo de las enfermedades o "gérmenes" como los virus, bacterias, parásitos y hongos. Cuando el cuerpo detecta la presencia de gérmenes, las células B y las células T lo defienden.
El Sistema Inmunológico tiene dos tipos de inmunidad:
a) inmunidad celular especialmente a cargo de los glóbulos blancos, de los que forman parte los linfocitos.
b) inmunidad humoral asegurada por proteínas denominadas anticuerpos y producidas por linfocitos CD19(B).
El VIH infecta ciertas células del Sistema Inmunológico, en particular los linfocitos CD4 donde se multiplican destruyendo el CD4 invadido. Los nuevos virus producidos infectan a su vez nuevos linfocitos CD4. Este proceso es constante a lo largo de toda la infección y conduce después de varios años a una debilidad del Sistema Inmunológico. Se habla de inmuno deficiencia por que el organismo humano no está preparado para protegerse eficazmente contra ciertas infecciones o procesos cancerosos.
El VIH y al Sistema Inmunológico
Por los mecanismos de transmisión conocidos el VIH llega a la circulación sanguínea. Una vez en el torrente circulatorio se adhiere a los linfocitos y la pared del virus se abre quedando su ARN al descubierto. El ARN vírico se transcribe en ADN que se introduce en el núcleo del linfocito y pasa a ser parte del código genético de la célula.
A partir de esto se pensó que dos son las formas principales de evolución:
1. El VIH permanece silencioso y el linfocito infectado continúa viviendo normalmente y pueden transmitirse a otras personas (por la sangre o por las secreciones sexuales).
2. El VIH se vuelve activo y se reproduce en el interior del linfocito infectado hasta que estalla y deja libre una gran cantidad de virus que infectan a otras células.
Con esta forma un gran número de células del organismo (linfocitos T4) se destruye, por lo que las defensas descienden y aumenta el riesgo de que aparezcan los síntomas del SIDA.
Se piensa que cada 6 horas se renueva la mitad de la población viral plasmática y se estima que del orden de 10.000 millones de partículas del virus se producen y destruyen a diario. Del mismo modo, la mitad de la población circulante de CD4, cuyo recambio celular se estima del orden de 2 x 109 linfocitos/día, se destruyen y regeneran cada dos días.
El descenso de la carga viral hasta niveles indetectables en plasma, no se debe interpretar como que la persona no puede transmitir el VIH.
Hasta hoy se dice que el VIH no puede erradicarse del organismo una vez infectado y en ausencia de tratamiento la infección progresa en la mayoría de los casos hacia su estado final o SIDA.
La rapidez con que progresa la infección es variable de un individuo a otro y puede depender tanto del propio VIH, de la persona infectada y del tratamiento que se esté administrando.
Se sabe que: en mujeres, personas que han adquirido la infección por vía sexual, los que tienen edad avanzada en el momento de la infección, los que sufren infecciones concomitantes, en especial ETS, etc., pueden tener una progresión más rápida a SIDA.
Metáfora del tren
La variaciones en la rapidez de la progresión del vihsida, se explica aludiendo a la metáfora de un tren.
La infección VIH es el tren, la cantidad de virus (carga viral) es la velocidad que lleva y los rieles del trayecto son los linfocitos CD4. La estación final es el desarrollo del SIDA hacia la que el tren avanza, pero va a necesitar un tiempo para recorrer el trayecto. El tiempo va a depender de la cantidad de virus (velocidad) y por lo tanto cuanto más baja sea, más tiempo tardará en recorrerlo; si la carga viral es indetectable la velocidad del tren será prácticamente nula, pero, por lo que hasta hoy se sabe, el tren no se detiene totalmente, parece que existiera una ligera pendiente, por lo que no llega a detenerse.
El tiempo depende de la distancia que se tenga que recorrer. Si el sistema inmunológico se conserva, el trayecto es largo, y por el contrario, cuando la cifra de CD4 cae, el recorrido es menor y a igual velocidad el tiempo empleado en recorrerlo será menor. El punto de partida de este tren es la primoinfección.
Si aceptamos esta metáfora podemos comprender las guías actuales del tratamiento antirretroviral: Tratar duro y lo más pronto posible. Con esto reducimos la replicación viral a niveles indetectables a la vez que preservamos el sistema inmunológico (disminuimos la velocidad del tren y aumentamos el trayecto a recorrer, nos queda por saber si llegaremos a una infección crónica, a la curación o qué puede pasar en estaciones intermedias).
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